«"...Todavía alrededor de 1920, cuando aún la radio no invadía la intimidad de los pasatiempos domésticos:
»Las mujeres iban a los bailes acompañadas de sus padres... pero no vayan a creer que nos aburríamos; nada de eso: siendo Monterrey muy chico, entonces todas las familias vivíamos muy cerca, unas de otras, y muy seguido se organizaban fiestas sorpresa. Bastaba con que una de las señoras, animada por sus hijos, aceptara ser la anfitriona, y se empezaban a mandar "propios" con las invitaciones, manuscritas por la misma señora que invitaba. Todas las muchachas asistíamos, acompañadas, como ya les he dicho, por nuestros padres, y nos divertíamos en grande. Jugábamos 'Juegos de estrado" y bailábamos al compás de melodías ejecutadas por uno o dos músicos que los jóvenes iban a contratar, pero lo más frecuente era que alguna de las señoras o señoritas tocara el piano." (Belden de Garza, 1970, como se citó en Montemayor, 1971, p. 336).» (Ayala Duarte, 1998, p.43)
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